Fiestas y tradiciones en julio
Julio es uno de los meses más festivos del calendario mallorquín. El buen tiempo y las largas noches favorecen celebraciones que combinan devoción religiosa, vida popular y actividades culturales en prácticamente toda la isla.
El 16 de julio se rinde homenaje a la Virgen del Carmen, patrona de los marineros. En localidades costeras como Port de Sóller, Port d’Andratx, Cala Figuera, Colònia de Sant Jordi o Portocolom, la imagen de la Virgen es trasladada en procesión desde la iglesia hasta el muelle, donde embarca en una barca decorada con flores y banderas. Desde allí, recorre la bahía acompañada por decenas de embarcaciones pesqueras y recreativas. En tierra, la fiesta continúa con música, bailes tradicionales y gastronomía marinera, lo que la convierte en un evento muy atractivo tanto para locales como para visitantes.
El 25 de julio se celebran las fiestas de Sant Jaume, patrón de municipios como Alcúdia, Calvià, Binissalem y Manacor. Estas fiestas duran varios días y combinan actos religiosos con actividades populares: mercados artesanales, verbenas, espectáculos de fuegos artificiales y competiciones deportivas. En Alcúdia, por ejemplo, se organiza un programa cultural con conciertos en el casco histórico amurallado, mientras que en Calvià son habituales los correfocs con demonios y música de batucada.
Además de las fiestas patronales, julio es un mes con una agenda cultural intensa. En la Cartuja de Valldemossa se celebra el Festival Internacional de Piano Chopin, un ciclo de conciertos en un entorno histórico y único. En Sa Pobla tiene lugar el Festival Internacional de Jazz, que cada año atrae a músicos de prestigio internacional. También en Palma se programan conciertos al aire libre en patios góticos y plazas, lo que permite disfrutar de la música en escenarios históricos.
En los pueblos del interior, julio es sinónimo de ferias agrícolas y gastronómicas. En Porreres, Petra o Llubí, los vecinos organizan muestras de productos locales —frutas, embutidos, repostería— que se acompañan de bailes de xeremiers y actuaciones folclóricas. Estas celebraciones permiten al visitante acercarse al mundo rural de Mallorca, menos visible en la costa durante el verano.
Con este abanico de fiestas y tradiciones, el mes de julio ofrece al viajero una oportunidad única de combinar el descanso en la playa con la vivencia de la cultura local, que se expresa con toda su intensidad en pleno verano.