Playa de Palma
La Playa de Palma es uno de los destinos costeros más reconocibles de Mallorca. Se extiende a lo largo de casi cinco kilómetros de arena blanca entre las localidades de Can Pastilla y s’Arenal, en un tramo de litoral compartido por los municipios de Palma y Llucmajor. Su cercanía al aeropuerto y al centro histórico de la capital, junto con su amplia oferta de servicios, la han convertido en una de las zonas más frecuentadas por visitantes de distintos perfiles.
Este frente marítimo ha evolucionado con el tiempo: de ser un núcleo de turismo masivo en las décadas del desarrollismo, ha ido incorporando elementos de movilidad sostenible, gastronomía local, deporte al aire libre y renovación urbanística, sin perder el carácter festivo que lo ha hecho popular entre generaciones de viajeros, especialmente del público alemán.
Más que una sola playa, se trata de un conjunto dinámico de espacios conectados: zonas tranquilas junto al mar, paseos sombreados, bares de siempre, hoteles renovados y pequeños negocios familiares que conviven con una infraestructura pensada para acoger al visitante sin renunciar a la identidad del entorno.
Playa de Palma no es solo un destino de sol y baño: es también una puerta abierta a la ciudad, a los pueblos del interior y a la posibilidad de combinar descanso, actividad y cultura mallorquina en un mismo lugar.
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Aunque tradicionalmente asociada a un turismo accesible y familiar, la Playa de Palma ha experimentado en los últimos años una transformación significativa en su oferta hotelera, con la apertura y renovación de varios hoteles de cinco estrellas que han elevado el nivel de servicio y confort en la zona.
Estos establecimientos, repartidos principalmente entre Can Pastilla y Les Meravelles, han apostado por una arquitectura contemporánea, diseño cuidado y servicios personalizados, orientados a un visitante que busca tranquilidad, bienestar y buena gastronomía sin renunciar a la proximidad del mar.
Entre los hoteles más destacados se encuentran el Iberostar Selection Llaut Palma, con un spa completo, terraza panorámica y restaurante de autor; el Pure Salt Garonda, un hotel solo para adultos con acceso directo a la playa y una propuesta gastronómica basada en productos de calidad; o el HM Ayron Park, que combina diseño moderno, rooftops con piscina y espacios verdes para el descanso. Todos ellos ofrecen habitaciones de alto nivel, zonas wellness, piscinas tranquilas y atención discreta, orientadas a un perfil de viajero exigente.
Esta evolución no se limita al alojamiento. La oferta de calidad en Playa de Palma incluye cada vez más restaurantes con carta mediterránea renovada, chiringuitos con propuestas saludables, tiendas especializadas y beach clubs con ambiente relajado. El entorno urbano también ha sido modernizado: paseos más accesibles, nuevas zonas verdes y un fuerte impulso a la movilidad sostenible han hecho que la experiencia general del visitante gane en confort y autenticidad.
Para quienes desean complementar su estancia junto al mar con una experiencia más pausada en el interior, es posible combinar algunos días en la Playa de Palma con una escapada a Finca Treurer, un alojamiento rural de categoría superior ubicado a solo 15 minutos en coche, en el corazón del municipio de Llucmajor. Rodeada de olivos y paisaje agrícola tradicional, esta finca ofrece no solo descanso, sino también una inmersión cultural en torno al aceite de oliva virgen extra, con visitas guiadas, catas, cenas con producto local y una atmósfera serena imposible de encontrar en zonas más concurridas.
Esta combinación —playa y finca rural— permite al viajero construir una estancia equilibrada: comenzar el viaje con el dinamismo y los servicios del litoral, y concluirlo con la calma, el sabor y la autenticidad del campo mallorquín.
La Playa de Palma se extiende de forma casi ininterrumpida desde Can Pastilla hasta s’Arenal, en un litoral de poco más de cuatro kilómetros y medio de longitud. Se trata de una franja ancha de arena clara y fina, con un perfil suave que permite caminar dentro del agua sin pendientes pronunciadas, lo que la hace especialmente recomendable para familias con niños y para quienes buscan baños tranquilos en un entorno seguro.
La playa está organizada en tramos numerados conocidos como “balnearios”, una denominación típica de la zona que no hace referencia a centros termales, sino a pequeños puntos de servicio repartidos entre los números 1 y 15. Estos balnearios ofrecen duchas, aseos, hamacas, sombrillas y kioscos con bebidas y aperitivos. Algunos de ellos se han convertido en referencias de encuentro, como el balneario 6, históricamente asociado al turismo joven y festivo.
A lo largo de toda la playa corre un paseo marítimo amplio y arbolado, que conecta los distintos barrios costeros y facilita el acceso a pie, en bicicleta o en patinete eléctrico. Esta vía peatonal se prolonga hasta el centro de Palma, en un recorrido muy frecuentado tanto por turistas como por residentes locales que aprovechan la amplitud del paseo para hacer deporte o simplemente caminar junto al mar.
El entorno inmediato combina zonas urbanizadas con accesos fáciles y zonas de vegetación dunar parcialmente restauradas, lo que permite alternar espacios más animados con otros más naturales. La playa cuenta con bandera azul en varios de sus tramos, señal de la calidad de sus aguas, servicios y accesibilidad.
En conjunto, Playa de Palma ofrece una playa urbana con todos los servicios, pero con elementos que la hacen cómoda también para quienes buscan momentos de descanso lejos del bullicio. Su extensión, limpieza, amplitud y buena conectividad la convierten en una de las más versátiles de la isla.
Uno de los aspectos más característicos de la Playa de Palma es la diversidad de públicos que conviven a lo largo de su litoral. Lejos de responder a un único perfil turístico, la zona ha ido evolucionando para acoger tanto al visitante tradicional alemán, que regresa año tras año, como a nuevas generaciones, familias locales, deportistas y viajeros que buscan combinar playa con ciudad.
En el extremo más cercano a Palma, el núcleo de Can Pastilla tiene un ambiente relajado y familiar. Aquí se concentran hoteles de tamaño medio, panaderías, heladerías, cafés abiertos todo el año y tramos de playa más tranquilos. Es una zona frecuentada también por residentes de la ciudad, que aprovechan su cercanía para caminar, bañarse o comer junto al mar.
Más al este, en la zona de Les Meravelles y Ses Cadenes, el ambiente se vuelve algo más animado, con bares, terrazas, tiendas de ropa de playa y una mayor concentración de turismo joven. Aun así, sigue siendo un área apta para todos los públicos, especialmente fuera de los meses de julio y agosto. Aquí se percibe la mezcla entre el ocio diurno y una vida local que no desaparece en invierno.
El tramo final, en el término municipal de Llucmajor, corresponde a s’Arenal, históricamente asociado al turismo más festivo, especialmente entre el público alemán. Aunque esta imagen persiste, en los últimos años se ha promovido una renovación del paseo marítimo y de parte de la planta hotelera, orientada a ofrecer servicios más equilibrados, limpios y sostenibles, sin perder el carácter accesible que ha definido a la zona.
La Playa de Palma ha sido desde hace décadas un referente para el turismo alemán, no solo por su cercanía al aeropuerto o por la facilidad del idioma, sino por una red consolidada de negocios que conocen bien sus hábitos. Sin embargo, este vínculo no impide que convivan con naturalidad otros perfiles de visitantes, desde cicloturistas y jubilados hasta parejas jóvenes y grupos familiares.
El resultado es un espacio costero con vida propia durante todo el año, donde el visitante puede elegir entre el bullicio o la tranquilidad, entre un paseo matutino y una noche con música, entre la rutina del barrio y el placer del mar.
Visitar la Playa de Palma puede adaptarse fácilmente a distintos estilos de viaje, ya sea una escapada corta, unas vacaciones familiares o una estancia más larga combinada con actividades por toda la isla. Su proximidad al aeropuerto y su buena red de transporte público la convierten en una zona cómoda para alojarse, especialmente para quienes valoran la accesibilidad, los servicios y la variedad de propuestas en un mismo lugar.
Para quienes buscan ambientes tranquilos, es recomendable alojarse en la zona de Can Pastilla o en los primeros tramos de Les Meravelles, donde la vida local está más presente y el ritmo es más relajado. También es preferible evitar, durante los meses de verano, los alrededores del balneario 6, donde el ambiente puede ser más ruidoso y menos adecuado para quienes viajan en familia o desean descansar.
La mejor época para visitar la Playa de Palma dependerá del tipo de experiencia que se busque. Entre abril y junio, así como en septiembre y octubre, las temperaturas son agradables, la playa está menos concurrida y los precios son más equilibrados. En los meses de julio y agosto, la ocupación es alta, el ambiente es más animado y algunos tramos pueden resultar masificados, especialmente por la tarde.
Es útil llevar ropa ligera, protección solar y calzado cómodo para caminar por el paseo marítimo o explorar en bicicleta. Muchos hoteles ofrecen servicios de préstamo de bicicletas o acuerdos con tiendas de alquiler. También es recomendable reservar con antelación en temporada alta, tanto el alojamiento como algunas actividades guiadas o excursiones hacia el interior de la isla.
Para quienes desean complementar la estancia en la playa con una experiencia más cultural o gastronómica, es muy fácil organizar visitas de medio día a Palma, rutas ciclistas hacia Llucmajor o escapadas a zonas rurales donde descubrir el paisaje agrícola tradicional de Mallorca. En este sentido, la Playa de Palma permite moverse con autonomía, aprovechar bien el tiempo y disfrutar de una estancia activa sin grandes desplazamientos.
La Playa de Palma ofrece mucho más que sol y arena. Su longitud, accesibilidad y entorno urbano han favorecido el desarrollo de una amplia oferta de actividades, tanto deportivas como recreativas, que permiten al visitante mantenerse activo o simplemente disfrutar del entorno de forma relajada.
En el mar, las opciones son variadas y seguras. A lo largo de la playa se pueden alquilar tablas de paddle surf, kayaks, patinetes acuáticos o embarcaciones ligeras, ideales para recorrer la costa desde el agua sin necesidad de experiencia previa. También hay empresas especializadas que organizan excursiones guiadas en moto acuática o sesiones de iniciación al windsurf y al parasailing, especialmente en los tramos con mayor apertura al viento.
El paseo marítimo, amplio y llano, es uno de los más transitados de la isla. Aquí es habitual ver corredores, ciclistas, patinadores y caminantes a todas horas del día. El carril bici conecta directamente con el centro de Palma, ofreciendo un recorrido de unos diez kilómetros frente al mar, muy valorado tanto por locales como por turistas. Se pueden alquilar bicicletas o patinetes eléctricos en múltiples puntos, así como reservar visitas guiadas en grupo.
Para quienes viajan en familia, la zona cuenta con varias propuestas pensadas para los más pequeños. Muy cerca de s’Arenal se encuentra Aqualand El Arenal, uno de los parques acuáticos más grandes de la isla, con toboganes, zonas infantiles y áreas de descanso. También hay parques recreativos, minigolf, pistas de karts y áreas de juegos en el propio paseo.
Por la tarde y al anochecer, la Playa de Palma cambia de ritmo. Los bares con terraza, cafeterías y chiringuitos se animan con música suave, cócteles y ambiente relajado frente al mar. En temporada alta, algunos locales ofrecen música en directo o pequeñas sesiones con DJ, especialmente en los tramos comprendidos entre los balnearios 4 y 8.
Quienes buscan una noche más activa también encontrarán locales nocturnos en zonas concretas de s’Arenal y Les Meravelles, aunque la tendencia reciente ha sido la de un ocio más contenido, regulado y orientado a públicos diversos, sin renunciar al ambiente, pero apostando por una experiencia más cuidada.
En conjunto, la Playa de Palma combina deporte, ocio, descanso y vida social, en una proporción que permite al visitante diseñar su propia experiencia, ya sea activa, familiar o contemplativa.
Uno de los grandes atractivos de la Playa de Palma es su excelente conectividad, tanto con el centro de la ciudad como con el aeropuerto de Son Sant Joan, situado a menos de 10 minutos en coche. Esta cercanía permite que muchos viajeros lleguen a sus alojamientos poco tiempo después de aterrizar, sin necesidad de largos desplazamientos ni complicaciones logísticas.
El transporte público facilita también el acceso desde Palma. Las líneas de autobús 23, 25 y A2 conectan distintos puntos de la playa con el centro de la capital o directamente con el aeropuerto, con frecuencias regulares durante la mayor parte del año. La línea A2, en concreto, es una opción directa y cómoda para llegar desde el aeropuerto hasta Can Pastilla, Les Meravelles o s’Arenal, sin necesidad de trasbordos.
Para quienes prefieren moverse a su ritmo, la Playa de Palma cuenta con una red bien mantenida de carriles bici, que recorre todo el paseo marítimo y enlaza directamente con el carril bici que bordea la bahía de Palma hasta el centro histórico. Es un trayecto muy apreciado tanto por turistas como por residentes, ya que permite desplazarse con seguridad y disfrutar del paisaje costero sin el uso de vehículos.
El paseo en bicicleta desde Can Pastilla hasta la catedral de Palma dura aproximadamente 30 minutos y transcurre casi en su totalidad junto al mar, pasando por parques, zonas ajardinadas y miradores. También es habitual ver patinetes eléctricos de alquiler, disponibles mediante apps móviles, que permiten trayectos rápidos entre distintos puntos de la playa o hacia la ciudad.
Además, muchos hoteles y establecimientos ofrecen servicios de transfer o alquiler de coches, lo que permite explorar cómodamente otras zonas de la isla, como el interior rural, las montañas de la Tramuntana o playas más apartadas del sur.
En resumen, la Playa de Palma ofrece una movilidad fluida y sencilla, ideal para quienes desean combinar descanso con exploración urbana, o para quienes valoran llegar rápidamente a su alojamiento sin renunciar a buenas conexiones durante toda la estancia.
El clima de la Playa de Palma es típicamente mediterráneo, con veranos calurosos e inviernos suaves. La región ofrece la mayor cantidad de horas de sol y las temperaturas más altas en los meses de junio a septiembre.
En verano, las temperaturas pueden superar los 30 grados, mientras que los meses de invierno son más suaves, con temperaturas que rondan los 15 grados. El mar se mantiene lo suficientemente cálido para bañarse hasta bien entrado el otoño.
Por lo tanto, la mejor época para unas vacaciones de playa es de mayo a octubre. Sin embargo, aquellos que quieran escapar del turismo de masas también encontrarán condiciones agradables para unas vacaciones más tranquilas en primavera u otoño.
La Playa de Palma cuenta con una de las ofertas hoteleras más amplias de Mallorca, resultado de décadas de tradición turística y de una transformación continua para adaptarse a nuevos perfiles de visitante. A lo largo de su paseo marítimo y calles adyacentes se distribuyen hoteles de distintas categorías, desde establecimientos todo incluido orientados a estancias familiares, hasta hoteles boutique reformados con diseño actual y servicios personalizados.
En zonas como Can Pastilla y Ses Cadenes, muchos alojamientos han sido renovados en los últimos años, incorporando materiales sostenibles, mejoras en la eficiencia energética y una mayor atención al confort y al diseño. Esta modernización ha venido acompañada de una mejora de los espacios públicos, como el paseo marítimo, carriles bici, jardines y acceso a la playa, lo que ha elevado notablemente la calidad de la experiencia para el visitante.
También se han desarrollado apartamentos turísticos y pequeños hostales que permiten estancias más flexibles, especialmente para quienes buscan independencia o viajan por periodos más largos. Algunos están gestionados por familias locales, lo que favorece una atención cercana y un conocimiento más directo del entorno.
Quienes desean disfrutar de la Playa de Palma pero alojarse en un entorno más sereno y rural, tienen la opción de buscar alojamiento en el interior del municipio de Llucmajor, a pocos minutos en coche. Allí, fincas y agroturismos ofrecen una experiencia distinta, en contacto con la naturaleza y con un enfoque más cultural y gastronómico.
En este sentido, Finca Treurer representa una propuesta especialmente interesante para quienes desean combinar el descanso en la costa con una inmersión en la Mallorca agrícola y olivarera. Situada en un entorno tranquilo entre campos de cultivo, esta finca ofrece alojamiento de alto nivel, visitas guiadas centradas en la producción de aceite de oliva virgen extra y cenas con productos locales, todo ello en un ambiente sereno y auténtico.
Alojarse en la Playa de Palma —o cerca de ella— permite al viajero combinar accesibilidad, servicios y variedad de experiencias, sin renunciar al descanso, la autenticidad o el descubrimiento de rincones menos frecuentados.
La historia turística de la Playa de Palma está estrechamente ligada al desarrollo económico de la isla durante el siglo XX. Fue en las décadas de 1960 y 1970 cuando esta zona, hasta entonces compuesta por pequeños núcleos costeros y áreas agrícolas, comenzó a transformarse en uno de los principales polos de atracción del turismo europeo, especialmente procedente de Alemania.
El modelo original se basó en la construcción rápida de grandes hoteles y apartamentos, pensados para acoger un turismo de sol y playa que buscaba precios asequibles y proximidad al mar. Esta expansión, que respondía a la lógica del momento, dejó como herencia un tejido urbano denso, con zonas sin planificación clara y una excesiva dependencia del turismo estacional.
A partir de los años 2000 comenzaron los primeros intentos de reordenación urbanística y mejora de la calidad de los espacios públicos. Las administraciones locales, junto con el sector privado, iniciaron un proceso de renovación de infraestructuras, mejora de la oferta hotelera, recuperación de zonas verdes y establecimiento de criterios más sostenibles. Estas intervenciones han tenido un impacto visible en zonas como Can Pastilla y Les Meravelles, donde el paseo marítimo ha sido remodelado, se ha reforzado la movilidad no motorizada y se han abierto nuevos espacios culturales y comerciales.
Paralelamente, se ha tratado de reorientar el modelo turístico, reduciendo progresivamente la promoción de actividades asociadas al llamado “turismo de excesos” y fomentando un perfil de visitante más diverso, interesado también en el deporte, la gastronomía, la cultura y el entorno natural. Esta transición no ha sido inmediata, pero sí constante, y ha dado lugar a una mejora del ambiente general, especialmente en temporadas medias.
Actualmente, Playa de Palma se encuentra en una etapa de consolidación de estos cambios. Nuevos hoteles han apostado por diseños sostenibles, hay un mayor control sobre los establecimientos de ocio nocturno, y se ha avanzado en la sensibilización del visitante hacia un turismo más respetuoso y equilibrado.
Con todo, la Playa de Palma sigue siendo una zona viva, en transformación, donde el peso de la historia turística convive con un presente que busca nuevas fórmulas para preservar el entorno, cuidar la convivencia y mantener su atractivo a largo plazo.
Miquel Miralles, Treurer's CEO, is part of the owner family, being already the second generation involved in the project. He has a background in economics and law, and has taken numerous courses related to foreign trade, olive agronomy and extra virgin olive oil production techniques. His training and experience of more than 15 years in the world of olive oil are her guarantee to lead this project.
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